Bks Iyengar, el padre del yoga moderno

 

Esta historia empieza el 20 de agosto de 2014. Me encontraba en Pune la séptima ciudad mas grande de India, estudiando yoga en el Ramamani Memorial Iyengar Yoga Institute, apenas levantándome en una mañana de monzón, luego de varios días de lloviznas por fin algo de sol, parecía que la alta humedad ya no iba a crear mas lluvias en el día de hoy.

Ardha Masyendrasana, Bks Iyengar en sus 20´s.

Ardha Masyendrasana, Bks Iyengar en sus 20´s.

Me acerque al computador a ver las noticias del día mientras me preparaba para practicar en mi pequeño Kutir (casa pequeña de vivienda para estudiantes de Yoga), cuando revisé el Indian Times, mis ojos no podían creer lo que veían como noticia titular “Muere el gran Maestro de Yoga Bks Iyengar”, en poco tiempo la noticia le dio la vuelta al mundo, en la BBC news publicaron “Muere el padre del Yoga Moderno”. No era para menos, nos dejaba un gran hombre, considerado como uno de los 100 mas influyentes del siglo XX según la revista Time, actualmente podríamos decir “un influencer”.

Sus ritos funerarios y ceremonias simbólicas que se extendieron hasta 10 días después de su fallecimiento, hicieron que media ciudad se concentrara en la famosa calle Kari Krishna Mandir Road donde se encuentra su casa e Instituto de Yoga. Todos deseosos de rendir homenaje a su ilustre ciudadano.

Se hablaba que muchos de sus primeros estudiantes ubicados en los seis continentes, sin pensarlo tomaron un avión de inmediato para presenciar por ellos mismos lo que la vida les había arrebatado, a su Maestro.

Yo en cambio, aceptando la penosa noticia, con emociones encontradas, me sentía por un lado muy afortunado de estar justo en el momento de su muerte a solo 5 min. de su casa, pero por otro lado había una enorme distancia, el no haberle conocido años mas atrás.

Voy a dar un giro hacia atrás en el tiempo, para remontarme al origen.

1918, era el inicio de la devastadora pandemia de la gripa Española, que acabaría con la vida de al menos 50 millones de personas. La señora Seshamma madre de diez hijos, estaba embarazada de su onceavo, pero su frágil condición y los antecedentes de este nuevo virus que ya estaba azotando a India con intensidad, hacían mella en la salud de la señora de Iyengar y del pequeño que llevaba en su vientre, al cual llamaría más tarde Bellur Krishnamachar Sundararaja Iyengar o Bks Iyengar.

Por cosas del destino el pequeño Sundara y su madre habían sobrevivido, pero el virus había menoscabado profundamente la salud del recién nacido, y lo había hecho débil, enfermizo y como diría él mismo, mas adelante en una de sus muchas entrevistas: “Mi vida fue una carga desde el nacimiento hasta la adolescencia”

Bks Iyengar a sus 66 años, en una demostración hecha en Londres, año 1984.

Bks Iyengar a sus 66 años, en una demostración hecha en Londres, año 1984.

Todos esos años transcurrieron entre su pueblo natal Bellur (una humilde población al sur de la India, tradicionalmente agrícola ubicada en el estado de karnataka) y la ciudad de Bangalore. Ese periodo de tiempo como él lo afirmó una vez, fue un paréntesis desafortunado en su vida, donde pasaba más en cama que jugando con sus amigos o asistiendo al colegio local.

Pero un mar tranquilo nunca hizo a un buen marinero, así mismo la vida fue esculpiendo al que debería de convertirse en un gran Maestro. La vida de Sundara daría un gran giro, no sin antes sufrir la muerte prematura de su padre y además de padecer Tuberculosis, Fiebre Tifoidea y Malaria.

Con el tiempo y a cuenta gotas, la buena suerte empezaría a tocar las puertas de Sundara. Su hermana mayor Naamagiri, se casaría con un gran exponente del yoga en el sur de este país, Tirumular Krishnamacharya. Reconocido en ese entonces, como uno de los pocos en dominar perfectamente los seis sistemas ortodoxos de filosofía India, tener la destreza de hablar, entender y hacer poesía en sánscrito (lengua clásica de la India y una de las lenguas indoeuropeas mas antiguas y documentadas), ser uno de los pocos en tocar la Vina un difícil instrumento de la música clásica de este país asiático, curar a través de la ciencia del Ayurveda y tener un profundo conocimiento de las técnicas clásicas del Yoga, un personaje muy brillante.

Hanumanasan, una de las posturas que lesionó a Sundara, en una de sus primeras demostraciones.

Hanumanasan, una de las posturas que lesionó a Sundara, en una de sus primeras demostraciones.

Como casi la mayoría de los prodigios, el señor Krishnamacharya tenía un temperamento de miedo, tanto que las personas se cruzaban la calle, inmediatamente le veían, para tener que evitarlo. Así transcurría su vida enseñando en el Yogashala de Mysore, patrocinado por el mismo Rey de esta ciudad, quien era su mecenas.

En 1934 el Rey de Mysore envió a Krishnamacharya a la escuela de yoga de Kaivalyadhama hacia el estado de Maharastra a investigar los protocolos del yoga terapéutico que en aquella época la escuela en mención ya era una pionera desde 1924. Su viaje lo programaría pasando por Bangalore y así aprovecharía para visitar la casa de la familia de su esposa donde se encontraba Sundara. Krishnamacharya habilmente, le pidió a Sundara que fuese a Mysore, a acompañar a su hermana mayor, quien se encontraba sola con sus dos pequeñas.

 

Sundara aceptó y asistió en lo que pudo a su hermana mayor. Finalmente cuando regresó el Señor Krishnamacharya, el joven, quien ya contaba con 15 años, pidió permiso para regresar a casa y prepararse para los últimos meses de colegio. Pero su cuñado insistió que se quedara un tiempo más y así podría enseñarle unas posturas de yoga que mejorarían su salud.

En una de las muchas entrevistas décadas mas adelante, el celebre Bks Iyengar ya con su cabello plateado respondería con insistencia y frunciendo sus enormes cejas “Mi amigo yo empecé el yoga porque no tenía otra opción, era un joven enfermo, débil y pobre, no tenía otra opción, empecé a estudiar yoga con mi Maestro para acabar con mis males y mejorar mi difícil situación”.

Sundara ya llevaba cuatro meses viviendo en el hogar de su hermana y de su cuñado T. Krishnamacharya, tenía una escuela nueva, y más obligaciones, pero poco o nada de Yoga y su salud seguía exigiéndole mas atención.

El recio Maestro T. Krishnamacharya un día le llamó para una lección, y Sundara aprendería las primeras cuatro posturas de yoga, su nuevo Gurú le indicó que con ellas mejoraría su salud, pero además le aseguró que: No era un elegido y en esta vida, su destino no era el de aprender Yoga.

Quizás el joven Iyengar estaba atrapado en ese entonces en su frágil cuerpo, y al lado de un gran Maestro reticente a enseñarle Yoga. Pero a la vez T Krishnamacharya, también estaba llegando a un callejón sin salida, ya que su mejor estudiante Keshava Murthy se había ido sin decir nada, tal vez huyendo del mal humor de este mismo, y sus otros estudiantes avanzados de yoga habían crecido y se habían casado.

Krishnamacharya no tuvo más remedio, le tenía que enseñar al único que quedaba y podía controlar, ese era Sundara, la futura promesa del Yoga.

“Era como un Maestro Zen al momento de enseñar”, era un auténtico tirano, guruji tenía un temperamento impredecible. Tal vez su rigidez y sus pruebas me enseñaron a moldear mi vida y aprendí mas tarde a soportar las dificultades con tolerancia” diría el Maestro Bks Iyengar, en un artículo acerca de su vida.

Krishnamacharya enseñó a Sundara en una tarde entre treinta y cuarenta asanas de yoga, obviamente Sundara sin poder dominarlas o entenderlas, aún así su Maestro le dijo: Has de conseguirlo.

En 1934 se celebró una conferencia de Yoga por parte del rey de Mysore, y como no había nadie más para la demostración, todo la responsabilidad cayó en el débil y poco flexible cuerpo de Sundara, sería la primera demostración de más de 14 mil que hizo en toda su vida. Sundara recibió órdenes de su Maestro y sin ninguna explicación fue lanzado al ruedo, en tres días debería hacer una gran demostración con avanzadas posturas de yoga.

Milagrosamente, Sundara fue ovacionado por la realeza y la elite de aquella época, y recibiría por su gran proeza 50 rupias, una recompensa que en ese entonces era más de lo que recibiría un joven humilde en un mes de trabajo.

Sundara iba ganando firmemente la atención y confianza de su nuevo Gurú y con permiso de él, empezó a estudiar con regularidad en el Yogashala de Mysore. Lentamente fue aprendiendo las bases de las asanas de yoga y sus secuencias, bajo un trato duro y poco compasivo de su Maestro, cualquier error en su practica o en su vida, traería certeros golpes en su débil cuerpo.

“La diferencia de edad establecería el miedo en mi corazón y su presencia era como una terrible pesadilla”, Bks Iyengar refiriéndose a su gurú en los primeros años.

En varias demostraciones de yoga hechas en aquella época por Sundara para su malgeniado mentor, se demostraría el gran temor de él hacia a su Maestro, ya que a pesar de las difíciles proezas impuestas sobre el pobre Sundara para demostrar en público, este prefirió generar en su cuerpo graves lesiones que tardarían meses y años antes de llevar la contraria a su Gurú.

Con las demostraciones vinieron las giras, y con ellas poco a poco se vislumbraba el crecimiento exponencial de un joven otrora muy enfermo, pero ahora, con mucha destreza en el arte físico del Yoga. Sundara se iba convirtiendo en la pequeña estrella del Yoga en el mundo gravitacional del Maestro Krishnamacharya.

En 1935 un Swami Indio que venía de America, aprovechó su paso por el sur y visitó Mysore para presenciar una de las deslumbrantes demostraciones del profesor T. Krishnamacharya. Cuando el famoso Swami Yogananda (Autor del best seller “Autobiografía de un Yogi”) vio al habilidoso estudiante Sundara, quedó muy impresionado y le pidió a Krishnamacharya que autorizara a Sundara a viajar con él por los Estados Unidos a su regreso y así poder hacer uso de su talento para promover el yoga en el país occidental.

Bks Iyengar visitando al Papa Pablo VI en el vaticano, año 1966.

Bks Iyengar visitando al Papa Pablo VI en el vaticano, año 1966.

Para ese entonces el corazón de Krishnamacharya ya estaba muy celoso de lo que pasara en la vida de Sundara, y por eso su respuesta a Swami Yogananda fue negativa, argumentado que la vida de su cuñado era su responsabilidad y por eso no podía permitirle irse lejos de su familia.

Con el tiempo y a través de más giras, el mismo Krishnamacharya no pudo retenerlo más entre sus manos, al joven pupilo se le ofreció un trabajo de un mes en una ciudad al norte de Karnataka, para que pudiera enseñar a un grupo de jóvenes señoritas, que en aquella época confiaban mas en un adolescente delgado y timido como profesor de Yoga, que en cualquiera del séquito de Krishnamacharya, incluso del mismo Gurú y así nació el joven profesor.

Cuando se completaron dos meses, el joven Iyengar debía regresar a Mysore, pero  nuevamente el destino pondría a un cirujano muy reconocido, el Dr. Gokhale en el camino del nuevo Yogi. Dr. Gokhale le solicitó a Krishnamacharya que enviara a algún emisario a enseñar a Pune en algunas instituciones educativas.

La vida le sonreía de pocos a Sundara, ya que su gurú Krishnamacharya no podía ir personalmente y todos sus demás pupilos se negaron a hacer un viaje tal, entonces la responsabilidad cayó sobre él.

En clase, el ojo vigilante del Maestro Bks Iyengar era tan agudo que era muy dificil estar distraido, por eso siempre sacaba de sus estudiantes lo mejor.

En clase, el ojo vigilante del Maestro Bks Iyengar era tan agudo que era muy dificil estar distraido, por eso siempre sacaba de sus estudiantes lo mejor.

Este acepto el reto de irse a una ciudad extraña, donde además no hablaban su idioma y se tendría que comunicar con el poco ingles que sabía, pero para su suerte, se habría la gran oportunidad de escaparse del Yugo de su Maestro. Ya habían pasado dos años y medio aprendiendo de él, ahora el destino le llevaba a la ciudad desde donde escaló al mundo entero.

Esta emocionante historia continuará.