el char dham yatra, de peregrinaje por los himalayas.
El valle de Badrinath.
badrinath aloja uno de los templos mas bellos del chartdam (peregrinaje a los 4 templos principales de los himalayas en el estado de uttarankhan), es además un centro de peregrinación milenario donde se escribió el Mahabharata en el año 300 a.c. por Veda Vyasa.
Legendario Templo de Badrinath fundado en 804 d.c por Sri Adi Shankaracharya
Cuando recibí mi iniciación en el camino espiritual a través de la meditación, en el año 1997, también recibí la inspiración para investigar de donde venía la tradición de mi Maestro Espiritual. Fue un gran regalo de la vida, por eso me aventuré a explorar, quería saber más acerca de su entrenamiento, de su filosofía y del estilo de vida que lo llevó por dos décadas a vivir en lugares remotos del Himalaya.
En mayo de 2011, llegué a las faldas de los Himalayas centrales de la India, a un estado llamado Uttarankhan. Había pasado dos meses esperando en Nepal para poder renovar la visa India que ya se había agotado luego de vivir por un año y medio en el país de las especias. Fue un viaje intenso, un largo esfuerzo de calor interminable (era el inicio del complicado verano Indio) a bordo de varios buses destartalados que me llevarían por mas de 1000 km, desde Katmandú la capital de Nepal por varios pueblitos del oriente de la India hasta la ciudad sagrada de Rishikesh, reconocida hoy en día como la Capital Internacional del Yoga.
Después de un buen baño en el rio Ganges.
Al llegar a esta bella ciudad bañada por las aguas cristalinas del río Ganges, mi cuerpo estaba hecho polvo, pero me sentía renovado y con ganas de seguir, ya que había terminado una difícil travesía y había cumplido mi deseo de conocer la milenaria ciudad de Gorakpur, una ciudad importante por haber sido habitada en la edad media por uno de los grandes maestros del Hatha Yoga, Gurú Gorakhnath.
Los siguientes días los pase descansando, comiendo Thali Indio y disfrutando del río sagrado, que en verano ofrece un hermoso color Jade intenso. Estaba impaciente de la jornada que me esperaba. Había leído en un mapa del estado de Uttarankand que la distancia para llegar a Badrinath desde Rishikesh eran 294 km , pasando varios pueblos que oscilaban entre los 200 mts sobre el nivel del mar y 3.415 mts en Badrinath.
Actualmete mas de un millón de personas toman esta carretera cada verano para visitar este importante centro de Peregrinación.
Cuando compré los tiquetes me dijeron que llegaría en unas 12 horas al destino final. Eso era todo lo que sabía, menos mal, de saber lo peligrosas que pueden ser las carreteras de los Himalayas en aquella época, quizás nunca me hubiera atrevido a un viaje así. Madrugué a las 5 de la mañana a tomar el primer bus del gobierno hacia la ciudad sagrada de Badrinath, en mi mente sólo cabía la emoción, pues sabía que me dirigía a un territorio donde cinco décadas atrás, mi Maestro Espiritual había vivido, haciendo austeridades y meditación.
Tomé el bus, apenas quedaba lugar para sentarme, me llamó inmediatamente la atención ver a varios Sadhus (monjes dedicados a la vida espiritual) de avanzada edad, uno de ellos parecía tener dificultades para respirar. Los demás pasajeros eran peregrinos, familias enteras que entonaban con alegría los bhajans (mantras cantados en antiguo sanscrito como alabanzas a la Divinidad).
Todo este escenario hizo que al principio se me olvidara la zigzagueante y peligrosa carretera, en un bus donde difícilmente se podían abrir o cerrar las ventanas. A veces el calor y otras veces el polvo, así se fue construyendo un microclima, mientras el bus resonaba al son de los bhajans y el motor respondía con estridencia el desafío que imponían aquellas montañas.
No pasaron las primeras horas de viaje cuando varias mujeres y sus niños empezaron a sacar la cabeza por las pocas ventanas que se podían abrir, derepente todo empezó a transformase en un coro gutural, para mi era la hora de poner a prueba todo el yoga que conocía y así, alcanzar penosamente el estado de ecuanimidad.
Mas tarde cuando mis compañeras de viaje aliviaron, empecé a mirar por curiosidad la ventana, di gracias a Dios por estar del lado del pasillo, porque lo que se veía era un atentando a los nervios y un llamado a imaginar la peor calamidad. Siempre pensé que las peores carreteras derruidas por la corrupción, la geografía y el mal clima, solo podrían existir en mi país, pero India esta vez, era un jugador implacable.
Incrédulo estaba viendo un espectáculo sin precedentes, la gente alegre, quizás porque sus estómagos estaban vacíos otra vez, el conductor del bus contándo chistes con su copiloto (o eso creo yo, porque estaban riendo en Hindi), y mientras todo esto pasaba adentro del bus, la carretera se hacía cada vez mas agresiva, las paredes del bus ya casi rosaban la montaña, las llantas a veces se acercaban peligrosamente al filo de la carretera y de vez en cuando caían unas piedrecillas al vacío insondable de los precipicios de aquellas montañas.
Preferí no ver mas y encomendarme a la oración hasta que quedé profundamente dormido. No puedo negar que a veces me despertaban los nervios, pero aprendí a tranquilizarme, total mis compañeros de viaje parecían ajenos a todos estos peligros. Tal vez porque en la India se cree que si uno visita los cuatro templos en un solo viaje se puede lograr la liberación de todos los pecados, así que para mi valía la pena el esfuerzo, aunque solo logré en aquel viaje tres de ellos.
Hasta los 50´s del siglo pasado, el peregrinaje se hacía a pie o en carretas tiradas por bueyes.
Una de las imagenes que no se me olvidan, fue durante la mitad del viaje, en un sitio llamado Rudrapayag, donde una gran piedra de varias toneladas habia caido desde un risco y literalmente etiquetó un carro contra el pavimento, cuando pasamos estaban solucionando el impace, parecía que el carro afortunadamente estaba estacionado y no tenia ocupantes en ese momento.
Después de eso quedé profundamente dormido, desperté con dificultad al escuchar que el bus paró, todos murmuraban. Al abrir los ojos, vi un trancón monumental, parecía que mas arriba se había derrumbado la montaña y estaban haciendo grandes esfuerzos con una precaria mano de obrar para dar nuevamente el paso.
Solo faltaban 20 km, estabamos en Joshimath y en el horizonte se podían vislumbrar los primeros picos nevados que contrastaban con el verde de los Deodar (el aromatico pino de los Himalayas).
En esa pequeña parada, conocí a varios peregrinos que me ofrecieron snacks de Haldiram (una conbinación de semillas, arveja, arroz soplado y especies, es un placer al paladar). Fue una larga espera de casi dos horas, donde varias familias desempacaron e improvisaron rápidamente una copiosa comida.
Casi a las 5 de la tarde, cuando ya caía el sol, retomamos nuestro camino, quería llegar pronto pero la geografía de aquel lugar hacía las cosas mas difíciles, el bus estaba a punto de derrumbarse, trasegaba mientras el camino se hacía más empinado y poco a poco la noche fue llegando.
Joshi Math - al fondo se puede apreciar el recorrido del bus al borde de la montaña.
Justo cuando pasamos un enorme glaciar al finalizar una interminable y agotadora subida, el valle de Badrinath se abría a nuestros pies.
Habiamos llegado al legendario centro espiritual, estabamos a solo 40 km de la frontera con China, el lugar donde conocería los verdaderos Yogis de los Himalayas. En la segunda parte de este blog, les contaré los eventos particulares y asombrosos que viví en esta cautivadora ciudad.